miércoles, 13 de diciembre de 2006

en Mc Donald´s, ahora se puede masticar y correr al mismo tiempo!



Lo que empezó como un ataque a la imagen de McDonald’s como presunto culpable de una epidemia global de obesidad, ahora se extiende por el mundo. Se genera un tsunami similar al del antitabaquismo, y las empresas alimenticias empezaron a lanzar campañas preventivas de RSE apelando a la vida sana para cuidar la salud de sus consumidores y la de su propia imagen.

Desde diciembre de este año, en la big apple están prohibidas las grasas trans, presentes en, por ejemplo, las papas fritas y otras frituras en los menús de todos sus restaurantes, y el nuevo tsunami se empieza a extender por el mundo.

Entre los disparadores de la psicosis de las grasas trans, supuestamente causantes de enfermedades coronarias, colesterol y obesidad, estuvieron dos documentales de alto impacto en la opinión pública norteamericana: Supersizeme y Fast food nation.

Sin embargo, las empresas alimenticias que están ahora en tela de juicio, mueven sus piezas argumentando que el verdadero causante de la epidemia mundial de obesidad es más bien el sedentarismo y no necesariamente la ingesta excesiva de calorías.

Como campaña de comunicación destinada a contrarrestar el problema de imagen generado por la prohibición de ese tipo de grasas y las constantes críticas al fast food, ahora McDonald’s lanzó en Nueva York, simultáneamente con la prohibición de las grasas trans, un compromiso con la salud pública que incluyó inaugurar en esa ciudad los primeros restaurantes con gimnasio.

La medida fue criticada como “marketinera” por la prensa, pero esconde una estrategia bastante más inteligente de lo que los periodistas norteamericanos advierten: busca desplazar subliminalmente la culpa de la epidemia de obesidad de la oferta de fast food hacia el sedentarismo de los consumidores.

Es que la imagen de McDonald’s se vio afectada cuando, meses atrás, Disney decidió dar por terminada su vieja alianza estratégica con el reino de las hamburguesas por las críticas que estaba recibiendo el fast food de afectar la salud de los niños. Así que Disney, que incluía sus muñequitos en las cajitas felices de McDonald’s, cortó por lo sano para curarse en salud. También alejó al “nuevo Satán de la alimentación” de sus parques temáticos. Sin embargo el cobranding Mc-Disney, que ya cumplió más de una década, se mantendría en casos puntuales. Tampoco prohibió que la empresa de fast food anuncie en su popular señal de TV, por ejemplo.

Ahora los menús que ofrece la empresa de Mickey a los niños visitantes son más sanos a los ojos de los detractores del fast food y sus websites están llenos de referencias y mensajes de vida sana para los niños.

Los restaurantes tienen tiempo en Nueva York hasta 2008 para encontrar aceites que dejen sus albóndigas, pollos y papas igualmente apetitosas y crocantes, pese a no usar grasas trans. Una tarea compleja, dicen los expertos.

La ola global de las RSE saludables llegó la semana pasada también a la Argentina. Coca-Cola de Argentina, aunque no está en tela de juicio por las grasas trans, también eligió curarse en salud lanzando la campaña pública Compromiso Gota a Gota, que pone en marcha un “movimiento bienestar”, que define como una “plataforma que tiene como fin contribuir con acciones específicas al bienestar de la gente”.

En la conferencia de prensa de lanzamiento, la semana pasada en Buenos Aires, presentó un informe contundente sobre los estragos que causa el sedentarismo en la salud. Entre las principales acciones de la campaña está el lanzamiento del site www.institutodebebidas.org , un etiquetado de las gaseosas con información nutricional a partir de 2007, auspiciar una investigación sobre sedentarismo a cargo del CESNI (Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil), poner en marcha un Programa Escuelas Saludables y lanzar para este verano una pieza comunicacional para instalar el Movimiento Bienestar a nivel mundial.

Otra empresa que se adelantó en la Argentina al movimiento saludable de las alimenticias fue el frigorífico Quickfood, dueño de la marca Paty y responsable de la mitad de las hamburguesas que se venden en la Argentina. El pasado fin de semana lanzó, “Actitudes”, una amplia campaña mediática que define como “un novedoso programa de educación que fomenta buenos hábitos alimentarios y de actividad física, dirigido a niños y preadolescentes de 9 a 12 años” y que también colabora con el CESNI, al igual que Coca. El programa tiene, entre otros elementos, charlas gratuitas en colegios sobre los resultados de una investigación de ese instituto que mues tra que más del 25% de los niños argentinos está sobrealimentado.

Un experto comunicador de la industria frigorífica explicó los dilemas de Coca-Cola y Quickfood de la siguiente manera: la hamburguesa, en sí, no es mala; la Coca-Cola, menos aún, pero las dos se asocian rápidamente en el imaginario colectivo al fast food y a McDonald’s, que no puede resolver un problema básico: su negocio está basado en el famoso combo, y ahí está la bomba de calorías”.


fuente Rev. Imagen

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